El Libro de Éxodo

El Libro de Éxodo

El segundo libro de Moisés llamado

ÉXODO


Título

Las versiones de la Septuaginta griega (LXX) y la Vulgata latina en el AT asignaron el título “Éxodo” a este segundo libro de Moisés, debido a que la partida de Israel de Egipto es el hecho histórico dominante en el libro (19:1). En la Biblia hebrea, las palabras de apertura: “Y (o: Ahora) estos son los nombres”, servían como el título del libro. La apertura “Y” o “Ahora” en el título hebreo sugiere que este libro debía ser aceptado como la continuación obvia de Génesis, el primer libro de Moisés. Hebreos 11:22 reconoce la fe de José quien, mientras estaba en su lecho de muerte (ca. 1804 a.C.), habló de la “salida’ o “partida” de los hijos de Israel, viendo hacia adelante unos trescientos cincuenta años al éxodo (ca. 1445 a.C.).


Autor y fecha

El hecho de que Moisés fue el autor de Éxodo se afirma sin vacilación alguna. Moisés siguió las instrucciones de Dios y “escribió todas las palabras de Jehová” (Éx. 24:4), las cuales incluyeron por lo menos el registro de la batalla con Amalec (17:14), los Diez Mandamientos (34:4, 27–29), y el Libro del pacto (20:22–23:33). Afirmaciones semejantes de escritura mosaica ocurren en otros lugares en el Pentateuco: Moisés es identificado como el que registró “sus salidas conforme a sus jornadas” (Nm. 33:2) y el que “escribió… esta ley” (Dt. 31:9).
El AT corrobora el hecho de que Moisés es el autor de los pasajes mencionados arriba (vea Jos. 1:7, 8; 8:31, 32; 1 R. 2:3; 2 R. 14:6; Neh. 13:1; Dn. 9:11–13; Mal. 4:4). El NT afirma lo mismo al citar Éxodo 3:6 como parte del “libro de Moisés” (Mr. 12:26), al asignar Éxodo 13:2 a “la ley de Moisés”, a la cual también se hace referencia como a “la ley del Señor” (Lucas 2:22, 23), al asignar Éxodo 20:12 y 21:17 a Moisés (Mr. 7:10), al atribuir la ley a Moisés (Jn. 7:19; Ro. 10:5), y mediante la declaración específica de Jesús de que Moisés había escrito de Él (Jn. 5:46, 47).
En algún momento durante su período de cuarenta años como el líder de Israel, comenzando a los ochenta años de edad y terminando a los ciento veinte (7:7; Dt. 34:7), Moisés escribió este segundo de sus cinco libros. Específicamente, habría sido después del éxodo y obviamente antes de su muerte en el Monte Nebo en la planicie de Moab. La fecha del éxodo (ca. 1445 a.C.) dicta la fecha de escritura en el siglo XV a.C.
Las Escrituras fechan el cuarto año del reinado de Salomón, cuando él comenzó a construir el templo (ca. 966 / 965 a.C.), a cuatrocientos ochenta años después del éxodo (1 R. 6:1), estableciendo la fecha temprana de 1445 a.C. Jefté notó que, para su día, Israel había poseído Hesbón por trescientos años (Jue. 11:26). Calculando hacia atrás y hacia adelante desde Jefté, y considerando diferentes períodos de opresión extranjera, períodos de jueces y de reyes, el desierto y vueltas por el desierto, y la entrada inicial y conquista de Canaán bajo Josué, esta fecha temprana es confirmada y llega a ser de cuatrocientos ochenta años.
Las Escrituras también fechan la entrada de Jacob y su familia a Egipto (ca. 1875 a.C.) llevándose a cabo cuatrocientos treinta años antes del éxodo (12:40), de esta manera coloca a José en lo que los arqueólogos han designado como la 12a. dinastía, el período del reino medio de la historia egipcia, y colocando a Moisés y los últimos años de residencia y esclavitud de Israel en lo que los arqueólogos han designado como la 18a. dinastía, o el período del nuevo reino. Además, el hecho de que José sirvió como virrey sobre todo Egipto (Gn. 45:8) incluye el hecho de que sirvió bajo los hicsos (ca. 1730–1570 a.C.), los invasores extranjeros que gobernaron durante un período de confusión en Egipto y quienes nunca controlaron todo el país. Eran una raza semita que introdujo el caballo y el carro como también el arco compuesto. Estos implementos de guerra hicieron posible su expulsión de Egipto.


Contexto histórico

La 18a dinastía de Egipto, el contexto para la partida dramática de Israel, no fue un período político económicamente débil u oscuro de la historia egipcia. Por ejemplo, Tumosis III, el Faraón de la opresión ha sido llamado el “Napoleón del Egipto antiguo”, el soberano que expandió las fronteras de influencia egipcia mucho más allá de las fronteras naturales. Esta era la dinastía sobre la cual un siglo antes, bajo el liderazgo de Amosis I, había expulsado a los reyes hicsos del país y redirigido el crecimiento económico, militar y diplomático del país. Al tiempo del éxodo, Egipto estaba fuerte, no débil.
Moisés, nacido en 1525 a.C. (ochenta años de edad en 1445 a.C.), se volvió “enseñado… en toda sabiduría de los egipcios” (Hch. 7:22) mientras que estaba creciendo en las cortes de los faraones Tutmoses I y II, y la reina Hatsepsut durante sus primeros cuarenta años (Hch. 7:23). Él estuvo en exilio madianita autoimpuesto durante el reinado de Tutmoses III por otros cuarenta años (Hch. 7:30), y regresó bajo la dirección de Dios para ser el líder de Israel a principios del reinado de Amenhotep II, el Faraón del éxodo. Dios usó tanto el sistema educativo de Egipto como su exilio en Madián para preparar a Moisés para que representara a su pueblo ante un Faraón poderoso y para guiar a su pueblo a través del desierto de la península de Sinaí durante sus últimos cuarenta años (Hch. 7:36). Moisés murió en el Monte Nebo cuando tenía ciento veinte años de edad (Dt. 34:1–6), ya que el juicio de Dios estaba sobre él por su enojo y falta de respeto (Nm. 20:1–3). Mientras que él la vio desde lejos, Moisés nunca entró en la Tierra Prometida. Siglos más tarde él apareció a los discípulos en el Monte de la Transfiguración (Mt. 17:3).


Temas históricos y teológicos

En el tiempo de Dios, el éxodo marcó el final de un período de opresión para los descendientes de Abraham (Gn. 15:13), y constituyó el principio del cumplimiento de la promesa de pacto dada a Abraham de que sus descendientes no solo residirían en la Tierra Prometida, sino que también se multiplicarían y se volverían una gran nación (Gn. 12:1–3, 7). El propósito del libro podría ser expresado así: Rastrear el rápido crecimiento de los descendientes de Jacob desde Egipto hasta el establecimiento de la nación teocrática en su Tierra Prometida.
En momentos apropiados, en el Monte Sinaí y en las planicies de Moab, Dios también le dio a los israelitas ese cuerpo de legislación, la ley, la cual ellos necesitaban para vivir apropiadamente en Israel como el pueblo teocrático de Dios. Por medio de esto, ellos eran distintos del resto de las naciones (Dt. 4:7, 8; Ro. 9:4, 5).
Por la revelación de Dios de sí mismo, los israelitas fueron instruidos en la soberanía y majestad, la bondad y santidad, y la gracia y misericordia de su Señor, el único Dios del cielo y de la tierra (vea especialmente Éx. 3, 6, 33, 34). El registro del éxodo y los acontecimientos que siguieron son también el tema de otras revelaciones bíblicas importantes (cp. Sal. 105:25–45; 106:6–27; Hch. 7:17–44; 1 Co. 10:1–13; He. 9:1–6; 11:23–29).


Retos de interpretación

La ausencia de cualquier registro egipcio de la devastación de Egipto por las diez plagas y la enorme derrota del ejército especial de Faraón en el Mar Rojo no debe dar lugar a especulación en referencia a que si el registro es o no auténtico en términos históricos. La historiografía egipcia no permitía que se registraran los momentos penosos y las derrotas penosas de sus faraones. Al registrar la conquista bajo Josué, las Escrituras específicamente notan las tres ciudades que Israel destruyó y quemó (Jos. 6:24; 8:28; 11:11–13). Después de todo, la conquista se caracterizó porque Israel se apoderó y habitó la propiedad, no una guerra designada para destruir. La fecha de la marcha de Israel a Canaán no será confirmada, por lo tanto, al examinar niveles extensivos de incendio en lugares de ciudades de un período que se llevó a cabo más tarde.
A pesar de la ausencia de algún registro extrabíblico del Oriente Medio de la esclavitud hebrea, las plagas, el éxodo y la conquista, la evidencia arqueológica corrobora la fecha temprana. Por ejemplo, todos los faraones del siglo XV dejaron evidencia de interés en levantar construcciones en Bajo Egipto. Estos proyectos obviamente fueron accesibles a Moisés en la región delta cerca de Gosén.
El significado tipológico del tabernáculo ha ocasionado mucha reflexión. La ingenuidad en unir cada artículo y cada pieza de material de construcción a Cristo puede parecer extremadamente intrigante, pero si las afirmaciones y referencias del NT no apoyan tales eslabones y tipología entonces la precaución hermenéutica debe gobernar. La estructura y ornamentación del tabernáculo para la eficiencia y belleza son una cosa, pero encontrar significado escondido y simbolismo no tiene fundamento. La manera en la que el sistema de sacrificios y de adoración del tabernáculo y sus partes tipifican de una manera significativa la obra redentora del Mesías venidero debe ser dejada a aquellos pasajes del NT que tratan el tema.

Bosquejo
             I.      Israel en Egipto (1:1–12:36)
          A.      La explosión de población (1:1–7)
          B.      La opresión bajo los faraones (1:8–22)
          C.      La maduración de un libertador (2:1–4:31)
          D.      La confrontación con Faraón (5:1–11:10)
          E.      La preparación para la partida (12:1–36)
             II.      Israel en el camino a Sinaí (12:37–18:27)
          A.      Al salir de Egipto y aterrándose (12:37–14:14)
          B.      Al cruzar el Mar Rojo y regocijándose (14:15–15:21)
          C.      Al viajar a Sinaí y murmurando (15:22–17:16)
          D.      Al reunirse con Jetro y aprendiendo (18:1–27)
             III.      Israel acampado en Sinaí (19:1–40:38)
          A.      La ley de Dios prescrita (19:1–24:18)
          B.      El tabernáculo de Dios descrito (25:1–31:18)
          C.      La adoración de Dios contaminada (32:1–35)
          D.      La presencia de Dios confirmada (33:1–34:35)
          E.      El tabernáculo de Dios construido (35:1–40:38)

MacArthur, John, Biblia de Estudio MacArthur (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1997), p. Éx

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